Andrés Di Pelino tiene una amplia trayectoria como economista (Licenciado en Economía, UBA) y es director de la carrera de Economía y del Centro de Estudios de la Regulación Económica de los Servicios Públicos (CERES) de la UB, y -fundamentalmente- un referente en todo lo vinculado a energía y economía.
Habitualmente convocado como especialista por los programas políticos de televisión a la hora de describir la actualidad de la crisis energética en nuestro país, Andrés siempre se presta muy solícito; como lo hizo con nuestra Fundación, donde estuvimos conversando un lago rato.
Muchas gracias por venir, antes que nada, Andrés.
Buenas tardes, y gracias por convocarme.
Vamos a arrancar por Vaca Muerta, que pareciera ser el principal vector de crecimiento de la economía.
¿Vos interpretas que nos salvamos con Vaca Muerta, que es el tema que va a hacer arrastrar a todo lo demás?
¿Cuál es el efecto macro y micro económico que la transforma en una solución para la Argentina?
Empezamos por lo último: Vaca Muerta no es la salvación para Argentina, pero puede ser un elemento muy importante.
Desde la creación de la Nación, el campo ha sido el motor económico histórico. En materia de energía, nunca fuimos un país productor, como lo puede ser Venezuela y las monarquías del Golfo Pérsico con el petróleo, o Rusia y México con el gas. La naturaleza nos dio recursos, casi sin haberlos buscado.
Vaca Muerta es un yacimiento no convencional; o sea no es lo tradicional: uno hace un pozo, salen gas, que está arriba y petróleo que está abajo. No. Lo no convencional es algo relativamente nuevo en términos de explotación.
Y acá es muy importante hacer una distinción entre recursos y reservas. Recursos es tener en el subsuelo equis mineral, o hidrocarburo. Para que pase a ser reserva, eso tiene que ser explotado. Para ser explotado tiene que reunir dos elementos: tener la tecnología para sacarlo y ponerlo en producción, y la otra es tener el precio que lo haga rentable. Sin estos dos elementos el recurso no puede ser puesto en valor.
La discusión hoy pasa por ese punto, ahora dependerá del país o de las fuerzas productivas ponerlo o no en producción.
Para ir cerrando la pregunta, te digo respecto a este recurso: tendremos que esperar un poco más, ver qué pasa con la macroeconomía. Con incertidumbre cambiaria, inflación, riesgo país… Argentina tiene una mala tradición, en general.
Vos que sos economista, referente en este tema, dimensionando Vaca Muerta en términos de PBI… ¿Cuál podría ser esa dimensión, de cuánto estamos hablando?
No hay una sola cifra, hay muchas. He escuchado dos PBI, tres, hasta treinta…
Pero es difícil determinarlo porque no tenemos, por ejemplo, el tipo de cambio para fin de año.
Vaca Muerta parece ser una buena noticia, pero ¿puede traer riesgos asociados?
Existe esto que los economistas llamamos Enfermedad Holandesa, que es cuando vos encontrás una actividad que hegemoniza toda la economía, como le pasó a Holanda cuando descubrieron petróleo en el Mar del Norte. Los recursos del país se vuelcan a explotar ese recurso y se desatienden las demás actividades, la industria y el comercio pasan a un segundo plano. La moneda se aprecia, pero esa riqueza parcial acrecienta la dependencia de ese recurso, como le ha pasado a Venezuela, y después cuesta mucho salir y volver a diversificar esa producción. En el fondo, es una trampa.
Para tranquilidad de todos los que nos están mirando (mira a la cámara y sonríe) no hay riesgo en este país hoy de la enfermedad holandesa: nosotros tenemos el campo.
Conozco Neuquén desde muy chico, y siempre absorbió gente de todo el país al ritmo del desarrollo de la industria petrolífera. Y siempre fue un debate diversificar su economía, porque cuando caía el petróleo, se construían grandes bolsones de pobreza difíciles de administrar para el gobierno provincial. Teniendo en cuenta este caso y los que acabás de mencionar, ¿cuál es el aprendizaje que tenemos que tener en cuenta respecto a estas situaciones?
Lo que señalas en Neuquén ocurrió en todas las provincias productoras de hidrocarburos; específicamente en el caso de esta provincia con su yacimiento de Loma de La Lata, el mega yacimiento de gas en los ochenta. Después del esplendor, cayó y ahí es donde Nación no debe desentenderse porque es la que aplica las políticas para el sector.
Vaca Muerta comprende parte de la cuenca neuquina, de Río Negro y provincias lindantes, así que en estos casos no hay que quedar preso de la monoactividad. Muchas provincias están apostando a los renovables, no hay que quedar presos de los fósiles.
Jujuy tiene emprendimientos muy fuertes en ese sentido.
Jujuy es pionera en energía solar, tiene una latitud muy favorable y cielos limpios.
Energía eólica vamos a encontrar en aquellos lugares donde existan vientos interesantes: Chubut, Santa Cruz ya tienen parques eólicos; la costa de Buenos Aires cerca de Bahía Blanca tiene buenos vientos también.
Dentro de los que son las hermanitas menores de las renovables, como las bioenergías tenemos la Mesopotamia y Tucumán. Allí hay bosques y plantaciones. La provincia de Buenos Aires tiene un potencial en biodigestores, micro aprovechamientos que pueden ser útiles en ciertos establecimientos.
Los desechos de las fábricas de los jugos de limones, por ejemplo. Se los pone en carpas, se los deja fermentar y de ahí se saca gas.
Tenemos al lado a Chile, con otro orden constitucional, otro esquema de Nación. El federalismo, ¿Nos beneficia, nos complica? Digo por la dificultad de articular una política nacional cuando es de las provincias la potestad de respecto de aquello que está debajo de su suelo.
Por ser unitario, al igual que otros países que nos acompañan en Latinoamérica, Chile corre con ventaja. Todo está concentrado en un gobierno nacional único. En nuestro país los recursos son de las provincias, por eso las políticas de la Nación deben apuntar con las de las provincias. En definitiva, la discusión es siempre la misma, quién se apropia de la renta petrolera. Y juegan la Nación, las provincias, las empresas, los consumidores…
Los sindicatos…
Es una discusión muy compleja. La que tiene que llevar y pilotear esa discusión es, a mi entender, la Nación. No se me ocurre que sean las provincias las que tengan que dirigir la política energética de la Argentina.
¿Hoy qué ocurre en ese aspecto?
Estamos en un delicado equilibrio. Hubo gobiernos que avasallaron las autonomías provinciales. Esta discusión acerca de los dueños del recurso quedó zanjada con la reforma de la Constitución del 94. Quedó clarito allí que los recursos son de las provincias. Este conflicto no lo resuelve un gobierno ni un signo político, son consensos que hay que ir construyendo entre Nación, provincias, empresas, sindicatos: todos tienen que ir cediendo algo.
Hablemos del futuro… Por lo que interpreto, son las energías renovables, ¿no?
Las renovables van a ser cada vez más importantes. Para que predominen sobre lo fósil… bueno, ninguno de nosotros aquí presentes lo vamos a ver. (Risas)
Se ríe, charlamos acerca de nuestro espacio de debate, del cual será invitado en pocos minutos, llamado Argentina Política. Le explicamos un poco de qué se trata, con quién compartirá la mesa de disertantes.
Exhibe un buen humor envidiable para esta hora de la tarde, bromea con la cámara, pero ante una nueva pregunta se vuelve a calzar el traje de experto y sigue respondiendo.
El fósil es limitado, finito, y por otra parte hay una exigencia de parte de las sociedades de tener una matriz energética cada vez más limpia.
¿Y qué hay de lo eléctrico, respecto a la organización y el servicio?
La mayor parte de la electricidad se genera con fósiles. No siempre fue así, en la década del sesenta predominaba la hidroelectricidad. Argentina perdió participación en la matriz de las nucleares, en las hidro, porque después de las grandes represas nadie hizo más nada…
Las renovables van entrando lentamente pero son más costosas. La pregunta es: ¿Alguien pagaría por tener una matriz energética más limpia?
En economía nada es gratis. En Alemania hicieron un plebiscito al respecto, y los ciudadanos eligieron tener energía más limpia. La pagan. Imagínate acá, con los niveles de pobreza y marginalidad que hay. Sería catastrófico.
¿Cómo está organizado el sistema de producción, distribución, abastecimiento energético en la matriz que hoy tenemos?
En los noventa el sector energético tuvo una transformación; tanto el gas como la electricidad se segmentaron en generación, transporte y distribución. Con el régimen de un peso un dólar y una economía estable, el sector se recapitalizó, y hubo servicios de calidad caros. Con la salida de la convertibilidad por unos años pasaron a ser servicios buenos y baratos a causa del congelamiento y la pesificación de las tarifas.
Las empresas se terminaron comiendo ese capital, y pasaron a ser baratos y malos.
Con el choque del tren y las muertes en Once la gente empezó a darse cuenta que tener servicios malos y baratos no era negocio: te podía llevar a la muerte.
Con el principio de esta gestión empezamos a tener servicios malos y caros y en este momento estamos en ese tránsito por tener servicios buenos y caros. Ahora, llegar a esto en una macroeconomía quebrantada como la nuestra con gente que se ha endeudado para pagar facturas de luz y gas… parece utópico.
¿Y el apagón? Cincuenta años y de repente la primera vez que pasa. ¿Esto da una realidad del estado de situación y la urgencia de reforzar la política energética o lo pone a la retaguardia?
Hubo un costo político, porque se sabía desde antes, y las cuestiones técnicas que el secretario Lopetegui dio en el Congreso llegaron tarde y no convencieron a nadie.
A ver: la gente no tiene que entender cómo funciona el sistema de transmisión de alta tensión, cuestión extremadamente técnica; lo que tiene que saber es que el servicio no se le va a interrumpir. Y que si están pagando por algo, se le brinde un servicio acorde.
Fue un día del padre. Imaginate si hubiera sido un día de semana, en horario laboral.
¿Cómo calificarías el abordaje de esta problemática por parte de Nación? ¿Cuánto le pondrías? ¿Cuatro, seis, ocho, felicitado?
La cuestión energética ha sido mala, sería uno de los puntajes más bajos. Por ejemplo en la discusión de las tarifas, cómo se aumentaban: que si gradual, que si de golpe… y cuando debió fijar el precio se lo hizo en dólares en un país donde los ingresos de la población son en pesos.
Quedaron muy mal con China y Rusia por el financiamiento de las centrales hidroeléctricas, las dos de Santa Cruz. Arrancó con un Ministerio de Energía y Minería, con bombos y platillos y terminaron con una devaluada Secretaría de gobierno, donde el propio secretario dijo: “Yo no sé nada de energía”.
Puedo seguir si querés…
¿Qué rescatás como aciertos en las políticas de este gobierno?
Rescato el sinceramiento del tipo de cambio al inicio de la gestión, la resolución de los conflictos con los holdouts…
Después las variables macroeconómicas se han ido para atrás: inflación creciente, aumento de la pobreza, riesgo país por las nubes.
Retomo tu pregunta: Reprobado.
Dame los temas que se deberían abordar para cambiar la situación
Estabilizar la economía, primero. Un gobierno que traiga un plan macroeconómico, con consistencia.
Estamos en un mundo sin inflación, no podemos tener los niveles de Venezuela, Irán y algunos países de África. No hay excusa ni argumento para que la Argentina esté inflacionada.
Mercado cambiario con reglas claras.
Resolver el frente fiscal. No se puede gastar más de lo que se recauda.
Reactivar el mercado interno, la demanda, hay que volver a consumir, a invertir.
Quisiera que el once de diciembre a quien le toque asumir ponga todo eso sobre la mesa, y si se lo necesita, se sancionen leyes al respecto.
Súper interesante la charla, Andrés. Hemos aprendido con vos. Te hago la pregunta que le hacemos a todos, si fueras presidente por un día y tuvieras que tomar una sola medida, ¿Cuál sería?
Complicada la pregunta (Risas)
Hoy por hoy, alentaría a que la gente que está tan angustiada con su situación económica, pudiera tener un día de respiro. Más que eso no podría pedir.
Andrés, un placer.
Gracias por la invitación. Seguiremos conversando.
Producción:
Responsable general: José Lezama Altuna.
Edición: Pablo Miranda y Juan Cruz Macchi.
Coordinación y organización general: Viviana Noir.
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