Para analizar la política económica y sus implicancias en la agenda pública, GEO decidió entrevistar a Matías Tombolini, economista, profesor universitario y actual director del Consejo Económico y Social de la Ciudad de Buenos Aires. Crítico de la actual política económica y la injerencia del FMI, el especialista asegura que uno de los grandes problemas de Argentina es la falta de un modelo de país.
Venimos entrevistando personalidades de diferentes ramas, todas con un sello propio y destacadas en sus ámbitos profesionales: Cecilia González, Julio Palmaz, Dora Barrancos. Nos faltaba alguien que nos clarificara y desarrollara la pata económica de este ciclo. Nos importa tu visión de la economía y tu participación política. Pero para empezar, ¿Por qué decidiste estudiar economía?
–Porque es una disciplina que me apasiona, sin duda volvería a elegirla si tuviera que estudiar de nuevo. Además, a medida que va pasando el tiempo se incorporan en el análisis económico factores que le dan relevancia cuantitativa desde el punto de vista de la capacidad matemática de análisis y movilización. La incorporación de la economía del comportamiento a partir del Nobel de Kahneman, sin ir más lejos. (NdE: Daniel Kahneman, psicólogo y Premio Nobel en 2002 junto a Vernon Smith por haber integrado aspectos de la investigación psicológica en la ciencia económica, especialmente en lo que respecta al juicio humano y la toma de decisiones bajo incertidumbre).
Para mí, al terminar el secundario, economía era la ciencia que mejor sintetizaba la vocación por la política y la posibilidad de entender los conflictos sociales. No estoy convencido que el comportamiento humano sea monerizable, pero la intervención de la matemática trata en cierta medida de monerizar ciertos aspectos del comportamiento. No es lo mismo estudiar economía en Argentina que en Estados Unidos.
-Como se estudia, debate y participa en la economía acá no es exactamente igual que en otros ámbitos.
–Argentina tiene particularidades bien distintas al resto de los países. Pensemos en un bien, por ejemplo del dólar. En cualquier lugar del mundo, cuando ese bien aumenta su precio, la demanda disminuye. En nuestro país sucede exactamente lo contrario. Entonces, la lectura que puede hacer el Fondo Monetario de dejar que el dólar vaya donde tenga que ir, porque va a encontrar un techo, puede funcionar en Malasia, Canadá, Israel, tal vez Colombia, pero nunca aquí. Parece arriesgado suponer qué puede suceder con nuestra sociedad interactuando con el dólar: es-somos- impredecibles.
Las grandes teorías económicas son la expresión de quienes interpretaron un determinado momento social y su comportamiento. ¿Qué opinión te merece el estado de la sociedad actual respecto al tema económico y social?
–Yo creo que se ha perdido una nueva oportunidad. Argentina debe conectarse con el mundo y exportar más; empezando por venderle al mundo lo que produce el país, usando como banco de prueba al mercado interno como destino. De otra manera nos vamos a quedar en los anuncios. La culpa no es de alguien en particular sino de un sistema de incentivos que está mal y que la construcción de esos incentivos correcta es pre económica, de cara a la política. La solución a los problemas del país no es una receta de cocina que tiene un economista. Existe un nuevo orden mundial en transformación entre el capitalismo de los últimos trescientos años y el capitalismo mediado por un nuevo tipo de contrato social, por una nueva forma de concebir la escasez. Me parece que hay que privilegiar cosas que este gobierno no privilegia, el presidente perdió esa posibilidad y lo que ha hecho en términos empíricos inmedibles salió muy mal. La chance de construir sentido es un factor importante en política, y este gobierno lo ha perdido. Pongo un ejemplo futbolero: Chilavert cuando terminaba los entrenamientos se quedaba un rato pateando tiros libres. Las sociedades que finalmente se desarrollan y triunfan no lo hacen porque tengan un modelo estrictamente correcto en términos de algoritmo de qué paso van antes que otro, sino porque tienen un conjunto de personas que encuentran las ganas de quedarse a patear tiros libres un rato más. Y cuando la sociedad encuentra ese esfuerzo distinto, ese compromiso diferente, el resultado es una nación que se pone de pie. No somos una computadora, y por eso no funciona la receta del Fondo Monetario porque carece de chance de construir sentido: Argentina no puede construir su modelo de desarrollo en función de lo que dice un conjunto de funcionarios que no son de acá; el trabajador tiene que entender que le conviene aprender a pescar antes que le den el pescado.
Esa construcción de sentido, esa gestión de incentivos es una tarea propia de la política. El presidente desperdició esa oportunidad básicamente porque no es un estadista. La comunicación no es una decisión en sí, sino un modo de contar las decisiones que se toman. Este presidente desarrolló mesas: de la producción, automotriz, etcétera; con la creencia de que en la suma de equilibrios parciales se puede construir un equilibrio general. Y lo que tiene que construir es un sistema, que es un equilibrio general que determina un marco de funcionamiento para que así dentro de ese marco de equilibrio se reconstruyan equilibrios parciales, que al no formar parte de un sistema se rompen, se desarman y se arman todo el tiempo porque no conviven como parte de un gran acuerdo.
-¿Por qué en nuestro país se exacerba tanto la cuestión económica, porqué termina generando ese derrame violento a toda la rama social? ¿Por qué esto no ocurre en otros países, que también tienen problemas económicos?
–Tengo mis reparos respecto a otras regiones. Sí puedo decirte que tenemos un sesgo bien marcado de confirmación de hipótesis que nos hace creer que nuestra lectura de lo que sucede en el mundo es un poco lo que se explica que nos pasa. Creemos que todo lo que sucede en la política local es la expresión de un conflicto de arriba.Argentina tiene un problema de organización estructural que no resuelve, y sin embargo es un país menos desigual que Chile o Brasil. Creo que a Argentina le falta un propósito, un modelo de nación.
-¿Vas a catalizar ideas para qué probemos?
–A mí, a mis amigos y creo que a los amigos de mis amigos, nos emocionan al final del día cosas parecidas. Entre una pelea entre el capital y el trabajo, vamos a estar siempre del lado del trabajo. Después hay que ver qué hacemos cada uno de nosotros con eso. A mí me tocó la suerte de crecer hace dos años, y con ese capital político-cien mil votos- decidimos empezar un proyecto político propio en la ciudad. Convertir esa energía en acción. Yo creo en la posibilidad de construir una herramienta política que permita organizar un grupo de personas.
-Como lo hizo el Pro. Un proyecto de poder tiene que tener una herramienta política. El problema es que las herramientas tradicionales se vaciaron de credibilidad para una dirección del futuro.
–Me parece que ese es uno de los desafíos. Yo creo que cualquier proyecto de poder que tenga vocación de no ser una propaganda, tiene como desafío central construirse e imaginarse como una fuerza política alterna y productiva.
-Todas las iniciativas son proyectos que tienen que estar bien administrados
–Proyectos que se ordenan en función de un paradigma: objetivo, plan para cumplirlo, implementación del plan, medición de desvío: no es tan complejo. Si la política no toma contacto y queda distanciada del sujeto que representa tenés un problema porque lo que sigue es una reconfiguración del contrato social. Una de las cosas que intento reflexionar es que la política necesita poner el cuerpo. Estar ahí.
Matías gesticula, mueve las manos, es apasionado en sus explicaciones. La charla deriva en otros temas, y con el mismo profesionalismo con el que encara la política, nos explica la pugna entre Estados Unidos y China, los modelos de capitalismo y su evolución a través de las décadas, el reordenamiento mundial de trabajadores-los organizados y los uberizados- y el escenario donde el país está parado respecto a las potencias mundiales.
-El tema de la educación es tremendamente importante, sobre todo la necesidad de reconfigurarla para adelante. ¿Cómo la ves como político?
–La educación del siglo XX hasta ahora corresponde a un sistema capitalista industrial donde nos preparaban para la formalización del proceso educativo. Argentina tiene muchos problemas para la definición de un modelo educativo porque no tiene claro su modelo de país. La educación tendría que encontrar cuáles son los mínimos comunes denominadores que nos dejen los más preparados posibles para adaptar a esos chicos-el día de mañana adultos- al desafío que sea. Ahí se habla del modelo beta permanente, que dice que no hay nada que no se termine de consolidar que no sea transformado después a los seis meses. La meta del sistema educativo debería ser brindar herramientas básicas para integrar al educando al futuro, no importa la tarea a desarrollar. En ese sentido, los políticos no estamos para dar respuestas, sino para elaborar preguntas.
La sangre política corre por sus venas. De pronto, gira la conversación y analiza la situación política argentina dentro del entorno del primer mundo: el ALCA, el alejamiento incomprensible de los Estados Unidos, la orfandad de un país aislado de las grandes ligas, sostenido por presidentes con ideas afines (Lula, Evo, Néstor) pero sin sustentabilidad política. Coincidimos en la oportunidad perdida, y nos habla de pactos, pactos perdidos en el 89 y en el 2002, pactos como el que hicieron los dirigentes políticos en la era post Franco. Siguiendo esa línea, agregó:
–El origen del acuerdo en España fue el miedo, el miedo a que volviera la dictadura franquista. El miedo es un ordenador. Sí creo en el ejercicio del diálogo como constructor de soluciones con quien piensa distinto. Acá, claramente, hicimos todo lo contrario. La democracia tiene mucho que pensar. Necesitamos un sentido, una visión, debatir.
Producción:
Responsable General: José Lezama
Presentes en la entrevista: Hernán Piotti López, Gonzalo Lecuona, José Lezama
Edición: Pablo Miranda
Coordinación y organización General: Viviana Noir / Alan Cosentino
Permitida su reproducción sin citación de fuente
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