El artículo nos invita a reflexionar acerca de las probabilidades de extensión de una pandemia que no da tregua a un mundo que no termina de entender los riesgos y que está más dispuesto a bajar la guardia que a ser precavido.
Gonzalo Lecuona
Contador Público (UBA). Profesor de grado y posgrado en diversas universidades del país.
Ver perfilLuego de 18 meses de vivir una secuencia de hechos y efectos que nos han conmovido y desestabilizado, todos en el mundo tenemos la esperanza de estar llegando al final de la pandemia. Es comprensible que emocional y socialmente pueda ser saludable querer pensarlo.
Sin embargo, los elementos centrales que han dado lugar a la crisis sanitaria internacional parecen mostrar datos que reflejan otro escenario. La velocidad de contagio del virus y su capacidad de generar nuevas variantes de la cepa original, la globalización y los conglomerados urbanos, el comportamiento social y la conducta de cada una de las personas, la inequitativa distribución y la efectividad de las vacunas y las restricciones establecidas por los gobiernos son algunos de los elementos que se han puesto en evidencia y que cuando analizamos los datos, los más optimistas deberían ser cautos y los pesimistas tendrían todo lo necesario para argumentar una tercera ola.
Publicaciones sugeridas